Ciclo de Cine

Imágenes del pueblo argentino. Cuatro películas y un corto (2024)

¿Qué ecos puede condensar la imagen del pueblo en el cine argentino? Acaso esa sea la pregunta que estructura y acondiciona este primer ciclo de cine organizado por el Grupo de Estudios en Subjetivación y Orden Político (GEOP) del Instituto de Investigaciones Gino Germani. Cuatro largometrajes y un cortometraje evocarán distintas figuraciones de esa imagen: Pueblo Autonomizado, Pueblo Ausente, Pueblo Sublevado y Pueblo Peronista.

Proyecciones

IV. La hora de los hornos-Parte I (Getino y Solanas, 1968) - Buenos Aires (Kohon, 1958)

Acaso el proyecto cinematográfico más complejo del cine latinoamericano, La hora de los hornos es la expresión nítida de una voluntad: la de anudar lucha popular y producción fílmica. Estrenada en Argentina de forma clandestina y como material de debate en organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles, la película terminó por “hacerse al andar”. Pensada para frenar la proyección capítulo a capítulo para ser sometida a debate en plena proyección, Solanas y Getino intentaron poner al cine al servicio de la liberación nacional. La hora de los hornos es una película documental dividida en tres partes —”Neocolonialismo y violencia"; "Acto para la liberación" y "Violencia y liberación”— que montan una mitología: pueblo, liberación y doctrina.

III.Juan Moreira (Leonardo Favio, 1974)

A fines del siglo XIX, Juan Moreira es objeto de abusos y humillaciones por parte de los poderosos. Las injusticias lo llevan a ser considerado un “gaucho rebelde”, siendo proscrito para trabajar. Su historia es difundida entre los paisanos, en quienes despierta admiración en su lucha por la redención. Favio construye una imagen del pueblo: la del pueblo que, sublevándose, puede luchar por su liberación aunque eso le cueste todo lo demás. Juan Moreira encarna este relato de heroísmo y resistencia; una resistencia acaso instintiva o primaria, a la que todavía no le ha llegado la hora de la organización.

II.Labios de churrasco (Raúl Perrone, 1994)

Tres jóvenes del conurbano deambulan por las calles de Ituzaingó en el contexto de la depresión económica de la década de los noventa. Tienen vidas precarias, inmediatas y sólo se tienen a ellos mismos. La película pertenece a la Trilogía de Ituzaingó, una serie que transformó tanto la forma de narrar como la estética del cine argentino. Las tres películas nos ayudan a pensar en la desarticulación del pueblo durante la década de los noventa, y nos plantean el siguiente problema: ¿qué queda cuando el pueblo desaparece de la escena? Perrone responde a esa pregunta construyendo una relato desarmado y también un nuevo paisaje urbano.

I.Planta Permanente (Ezequiel Radusky, 2019)

Lila y Marcela son dos viejas amigas que trabajan como personal de limpieza en una dependencia estatal y manejan un comedor informal dentro del edificio. La asunción de una nueva autoridad causa una serie de cambios que ponen a prueba su amistad. Quizás Planta Permanente sea hoy más actual que en el momento de su estreno hace cinco años. De alguna manera, la película habla sobre la situación precaria del empleo público y de su degradación a lo largo del tiempo, a pesar de los discursos de la reconstrucción del Estado como corolario del “retorno de la política”. El pueblo aquí no se encuentra en los desfiladeros del Orden, la representación o la política. Esquivo, aparece mas bien en la autonomía de los pasillos, cocinas y baños que trenzan un inestable pero denso tejido “Común”.

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